La malaria es fácilmente prevenible: únicamente hay que prevenirse de los mosquitos, que es la única forma de contraer el parásito (excepto de madre a hijo, en el embarazo, donde también se puede transmitir). Es recomendable usar productos químicos repelentes o anti mosquitos, evitar caminar cerca de aguas estancadas, llevar ropa que cubran toda la piel, evitar salir de 6 a 8 de la tarde, que son las horas de máxima actividad del Anopheles...
En cuanto a vacunas, están en fase de desarrollo a gran escala, pero su investigación se ve entorpecida por los intereses económicos que podría generar. La investigación se comenzó a mediados del siglo XX y ya existen prototipos y vacunas, pero todas con eficacias bajas, en torno al 30% y 40%. La más exitosa hasta ahora es la desarrollada en 1987 por el doctor colombiano Manuel Elkin Patarroyo. En fase de investigación está también una vacuna del doctor Pedro Alonso, que prueba la eficacia de su remedio en Mozambique, y que ha tenido hasta ahora un éxito mayor que cualquier vacuna testada.
Otros formas que se consideran son modificar genéticamente al mosquito para que no transmita la enfermedad, otros grupos más radicales apuestan por causar su extinción suprimiéndole genes necesarios o bien utilizando de forma concreta y controlada pesticidas como DDT. También se investiga con pepinos de mar, ya que estos producen una proteína, la lecitina, que ralentiza el desarrollo del parásito en el cuerpo humano.




