lunes, 8 de junio de 2009

El tratamiento


El remedio a la malaria ha estado, a igual que la enfermedad, a disposición del ser humano durante la historia. Se trata de la corteza de un árbol que crece en los andes peruanos y en climas similares. Este árbol, la chinchona, debe su nombre a la condesa de Chinchón, esposa del virrey español del Perú, zona exportadora de esta "medicina". La corteza posee un alcaloide llamado quinina, de la misma familia de la cocaína o la morfina, y sus efectos contra la fiebre eran extremadamente eficaces en la época. Esta corteza fue utilizada por los incas en la América precolombina, y más tarde, en 1640, los jesuitas descubrieron sus propiedades medicinales y la enviaban a España, donde se introdujo como medicamento contra la malaria. En el siglo XIX, la quinina pudo ser aislada por químicos franceses, de forma que el principio activo podía ser suministrado a los enfermos sin necesidad de la corteza, suponiendo un nuevo avance en la farmacopea.
Actualmente, la malaria se trata con quinina en combinación a nuevos medicamentos basados en la artemisinina, surgidos gracias a los avances del siglo XX. Los parásitos Plasmodium han desarrollado éstas últimas décadas una resistencia a determinadas drogas usadas para eliminarlo, lo que obliga a cambiar su tratamiento con otras sustancias similares. Un nuevo y revolucionario medicamento es el ASAQ, que reduce a 1 pastilla todo el tratamiento de la malaria, y que gracias a sus fabricantes, los laboratorios Aventis junto a la DNDi (Medicamentos para las Enfermedades Olvidadas), costará menos de 1 dolar.

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